18 enero 2008

ALGUNAS INQUIETUDES SOBRE EL "HAY QUE GANAR"



Hay que ganar por las buenas, las regulares o las otras, escribía Diego Lucero en uno de sus hermosos textos de su libro "Siento ruido de pelota". El gran periodista deportivo uruguayo poco tenía en su chope de esta histeriqueada resultadista, por lo tanto, sólo se trataba de un chamuyo sensible del querido charrúa que tan bien utilizaba con humor e ironía.
Se dudaría realmente si Sciutto escribiría placenteramente sobre fútbol hoy. El yorugua se haría tanta lama gresan que preferiría seguir siendo un gran recuerdo tal vez. Por lo que está pasando ahora, hermano. Una locura por los resultados nunca vista y vivida en la historia del fóbal. Técnicos, jugadores, dirigentes e hinchas sólo piensan en ganar, ganar y ganar. Fueron de las primeras palabras de Carlos Ischia en su asunción boquense, por ejemplo. Los técnicos lo afirman para sostenerse en el cargo y cargarse de crédito. Los dirigentes, para dar cuenta de que su capital político no debe resquebrajarse. Los jugadores lo repiten como "monitos autómatas" para quedar bien con todos y se autoprohíben el disfrute del juego. Los hinchas lo ven como el único score posible. Pero, no vendría mal hacernos algunas preguntas:
¿Qué se dice cuando se dice lo que se dice? ¿Cuál es el mensaje cuando se expresa "hay que ganar"? ¿Alguien juega para no ganar? ¿Existe el deseo por perder? ¿Qué se juega cuando se niega el juego? ¿El fútbol ya no es un juego? ¿Es trabajo? Y si es trabajo, ¿es sólo eso? ¿Qué tipo de trabajo? ¿Disfruta el jugador con el fútbol? ¿Qué siente el tipo hoy cuando de pibe se moría por jugar con los pibes del barrio o enfrentar a los wuachos de la otra cuadra? ¿Para qué practica este deporte? ¿Sólo importa ganar? ¿Y gustar? ¿Y la gente? ¿Y la calidad de las conquistas? ¿Y el reconocimiento de todo el ambiente ? ¿Y la gloria? ¿Y los sueños?¿Es el futbolista de hoy un mercenario de los puntos? ¿Un esclavo de los números? ¿Un preso de las contingencias deportivas? ¿Del segundo nadie se acuerda? ¿Y Holanda del `74 y `78? ¿Y Hungría del `54? ¿Y el Brasil del ´82? ¿Y la Francia de los `80 que no fue campeona del mundo? ¿Y la Argentina del ´30? ¿Nadie se acuerda de aquel gran equipo de Argentinos Juniors que cayó por penales en la final de la Intercontinental ante la Juventus de Platini, Boniek, Laudrup y compañía allá por año `85? ¿Italia fue el mejor equipo del último mundial? ¿La final perdida por Argentina ante Brasil en la copa América del año pasado tira a la borda todo lo bueno hecho en los partidos anteriores? ¿Es el Milan el mejor equipo del mundo estando a más de quince puntos del Inter puntero en el campeonato italiano por más que haya ganado el mundial de clubes que enfrenta a campeones de continentes "mucho tiempo después" de haber triunfado en sus respectivas latitudes?
El "hay que ganar" en realidad, no dice que hay que ganar solamente. Eso es una verdad de perogrullo. Lo que esconde u oculta es la forma. Que es con presión, con obligación. El "como sea", porque sino no cobro, porque sino me desvalorizo en el mercado del fútbol, porque sino "voy a terminar jugando en Victoriano Arenas"(lo mejor de los respetos para ese club), porque sino ma aprieta la barra, porque sino no puedo mirar a nadie en la cara, porque sino no existo, porque sino soy un perdedor, porque sino soy un amargo pecho frío. Etc, etc.
Otras veces, lo que quiere decir y muchos no se animan a decir es "hago un gol y me voy todo para atrás". Como decía el Toto "un gol y a cobrar", algo que no está prohibido en el reglamento, por supuesto, pero tan aceptado hoy...
Es que el mercado comanda la dictadura de los resultados, los dirigentes organizan la parafernalia ambiental, los técnicos son los agentes mensajeros y los jugadores son el brazo ejecutor de dicho autoritarismo futbolístico, aceptan lo que vengan con tal de no desaparecer.
¿Y los periodistas? Uyy!! dejemóslo para otra nota.....

11 enero 2008

EL DÍA QUE ROBERTO ARLT FUE PERIODISTA DEPORTIVO

Volvimos. Después de los festejos de fin de año. Bah, son más reuniones de flia que otra cosa. En algunos casos, después aparece la curda y a la miercole con los abrazos, besos y augurio de good year. Es así.



Sí viejo. Estamos de vacaciones, busarda pa arriba, ¿y qué? ¿Acaso el barba Marx no hablaba del derecho al ocio? Y los socialistas, ¿no anunciaban como objetivo de lucha ochoa horas para laburar, ochoa para descansar y ochoa para lo que se me cante el gobliom? Y bue.. en algún momento íbamo a volver. Y cómo.



Con un tal Robertito Arlt, ¿Te suena?. Uno de los que "corta el bacalao" en la asinatura LITERATURA ARGENTINA.
Resulta que el chabón no cachaba ni medio en fobal, allá por los años de los ñoquis en el siglo pasado. Y el diario El Mundo lo mandaba igual a cubrir un match de los seleccionados más importantes y de los más posta posta del terráqueo globo: Celestes y Albicelestes en la vieja Cancha de los cuervos de avenida La Plata, ahí donde hoy está el carrefure. Era el clásico del fobal ri-o-pla-ten-se. Y el mono se mandó al jovie Gasómetro UN 17 DE NOVIEMBRE DE 1929. Y se mandó esta joyita, lejos de serlo en análisis de la globa y los orsays; de los seis palos o de la labor del chabón del pito, es cierto. Pero un regalo en forma de juguete, que de rabioso no tiene ni un cuarto e kilo. Que lo disfruten, lanzasllamas.
AYER VI GANAR A LOS ARGENTINOS
Ustedes dirán que soy el globero más extraordinario que ha pisado El Mundo por lo que voy a decirles:
Ayer fue el primer partido de fútbol que vi en mi vida, es decir, en los veintinueve años de existencia que tengo, si no se cuentan como partidos de fútbol esos con pelota de mano que juegan los purretes y que todos, cuando menores, hemos ensayado con detrimento del calzado y la ropa.
Sí; el primer partido, de modo que no les extrañen las macanas que puedo decir.
CARNET DE PERIODISTA
Una naranja podrida reventó en al cráneo de un lonyi; cuarenta mil pañuelos se agitaron en el aire, y Ferreyra, de una magnífica patada, hizo el primer goal. Ni un equipo de ametralladoras puede hacer más ruido que esas ochenta mil manos que aplaudían el éxito argentino. Tanta gente aplaudía tras de mis orejas, que el viento desalojado por las manos zumbaba en mis mejillas. Luego, el juego decreció de entusiasmo y empecé a tomar apuntes. Aquí van; para que se den cuenta cómo trabaja un cronista que no entiende ni medio de football (creo que así lo escriben los ingleses).
He aquí lo que vi. Un negro que vendía un paraguas abollado para librarse del sol. Un regimiento de chicos que vendían ladrillos, cajones, tablas, naranjas, manzanas, bebidas sin alcohol, diarios, retratos de los footbolistas, caramelos, etc., etc.
Un jugador argentino dio una costalada, Cherro erró un goal; de pronto suenan aplausos y en la pista de "Las oficiales", más aplausos a granel. El "Torito de Mataderos" pasaba entre una barra de admiradores. Una voz gritaba tras mío: "Ese Evaristo está toda la tarde con la platea" (y Evaristo fue el que hizo el segundo goal en combinación con Ferreyra).
Otra naranja podrida estalla en el cráneo del mismo lonyi. Cientos de cachadores miran y se ríen. Cherro yerra otro goal y un fulano que se esconde tras de los bigotes, se los retuerce al compás de malísimas palabras.
Las gradas están negras de espectadores. Sobre estos cuarenta mil porteños, de continuo una mano misteriosa vuelca volantes que caen entre el aire y el sol con resplandores de hojas de plata. Se apelotonan jugadores uruguayos y argentinos en torno de un jugador estirado en el suelo. Fue una patada en la nuca. No hay vuelta; los deportes son saludables.
Otra naranja podrida revienta en el cráneo del mismo lonyi. Ferreyra gambetea que es un contento. No hay vuelta, es el mejor jugador del equipo, con Evaristo. "¡Ferreyra solo!", gritan las tribunas, y el otro: "Ahí lo tienen al juego científico".
DESDE UN TECHO
Al sur de la cancha de San Lorenzo de Almagro, sobre avenida La Plata, hay una fábrica con techo de dos aguas y varias claraboyas. Pues, de pronto, la gente empezó a mirar para aquel lado, y era que de las claraboyas, lo mismo que las hormigas, brotaban mirones que en cuatro patas iban a instalarse en el caballete del tejado. Algo como de cinematógrafo.
A todo esto el primer tiempo había terminado. Entonces, del alambrado que separa las populares de las plateas vi despegarse al lonyi que recibía las naranjas podridas en el mate. Tenía el cogote chorreando de podredumbre, la jeta cansada de tanto estar colgado y se dejó caer en el portland del piso con gran satisfacción de los propietarios de las naranjas. Ahora el suelo quedó convertido en campamento gitano. Comencé a caminar.
Había una cosa que me llamó la atención, y era el agua que continuamente caía de lo alto de las tribunas. Le pregunté a un espectador por qué hacían ese regado, y el espectador me contestó que eran ciudadanos argentinos que dentro de la Constitución hacían sus necesidades naturales desde las alturas. También vi una cosa formidable, y era un montón de purretes colgados de los fierros en la parte inferior de las tribunas, es decir, del lado donde únicamente se ven los pies de los espectadores. Todos estos chicos rivalizaban en agarrarle las piernas a una espectadora para ellos invisible.
AL MARGEN DEL FÚTBOL
Seguí caminando pensando en los espectáculos que la suerte me había deparado ver por primera vez en mi vida, y vi un regimiento de mujercitas de aspecto poco edificante acompañadas de la barra de sus "maridos". Habían hecho rueda en asientos de diarios y tragaban salame de caballo y mortadela de burro. El ruidoso trabajo de masticación era acompañado de una continua repetición de tragos de un brebaje misterioso que tenían encerrado en un porrón. Luego tropecé con una brigada de forajidos que vendían ladrillos, no para tirárselos a los jugadores, parece que para éstos se reservan las botellas. Los ladrillos eran para servir de pedestal a los espectadores petisos. Apareció un negro arramblando con una hoja de puerta, levantó un atribuna y comenzó a vocear: "Veinte centavos el asiento". Varios padres de familia subieron al palco improvisado.
AVENIDA LA PLATA
Salí del field pocos minutos antes que Evaristo hiciera el segundo goal. Todas las puertas de avenida La Plata estaban embanderadas de magníficas pebetas. ¡La pucha si hay lindas muchachas en esta avenida La Plata! De pronto resonó el estruendo de toda una muchedumbre de aplausos; desde lo alto de la tribuna un brazo como un semáforo hizo una señal misteriosa sobre el fondo celeste, y la voz rapidísimamente levantó un grito en la garganta de todas las pebetas: - Ganamos los argentinos 2 a 0.
Hacía mucho tiempo que los porteños no jugaban con trepidés. Los uruguayos dieron la impresión de desarrollar un juego más armónico que el de los argentinos, pero éstos, aunque desordenadamente, trabajaron con lo único que da el éxito en la vida: El Entusiasmo.