25 septiembre 2007

65 AÑOS Y POPULAR


“Yo no soy ídolo, soy popular”, decía RIngo Bonavena allá por los mejores momentos de su carrera de boxeador y de popularidad. En realidad, decir que fue sólo boxeador este hombre curtido y criado en el barrio de Parque Patricios es como decir que para vivir sólo hace falta respirar. Y vaya si habrá vivido este personaje que se construyó a sí mismo, que supo utilizar para su beneficio a los medios de comunicación pero que en otras ocasiones sus bromas o su forma de tomarse los temas de la realidad no cayeron bien en la sociedad argentina, o por lo menos, en parte de ella.
Ringo, al margen de adhesiones y rechazos, era un hombre de pertenencia. De pertenencia a su familia (cómo no recordar su confeso amor a su madre doña Dominga, la hacedora de los famosos ravioles de los domingos), a su país (alguna vez exhibió una remera con la inscripción “las Malvinas son argentinas”), a su feroz antiperonismo (hubo más de una pelea con alguno de sus hermanos que apoyaba al general) y a su querido Huracán, el equipo de sus amores, al que había llegado a sus instalaciones para entrenar en los primeros pasos de su carrera boxística porque lo habían expulsado del club rival azulgrana. Es que Bonavena se había tirado con ropa a la pileta de San Lorenzo y no le perdonaron eso ni otras andanzas en el club.
Ringo solía ver al equipo de sus amores en la tribuna popular del Tomás Ducó, pero luego, a medida que su mano izquierda avanzaba en los rings debió alejarse de la cancha.
Eso no impidió que Ringo asistiera al estadio de Huracán para ver coronarse campeón a ese famoso equipo de 1973 que dirigía el flaco Menotti. Carlos Babington, uno de los conductores de aquel conjunto contó más de una vez que Ringo solía ir a los entrenamientos y se ponía jugar con los jugadores, obviamente que ocasionaba carcajadas en todos, en especial por su juego poco hábil a causa de sus pies planos.
La tribuna popular quemera lleva su nombre como recuerdo indeleble. Y hoy 25 de septiembre, cumpliría 65 años. Ringo, aunque no viva, está en la popular de su querido club y en la memoria de todos los argentinos. Lo que no muchos han logrado.

02 septiembre 2007

LA IDA DE UN JUGADOR DE FÚTBOL FELIZ

Me despertó los sentimientos inconscientes-puente-concientes e hipocondríacos. Masoquistas. Dolorosos. Es que la condición de futbolista, el tiempo de las tecnologías increíbles, de las noticias supersónicas como el "llame ya" o el combo más completito de un fast food, me llevaron a eso.
Me dolió el pecho ver a Antonio Puerta desmayarse en la cancha por un paro cardíaco. Luego recuperarse, irse caminando y acompañado, lógicamente, descendiendo por el túnel ( su última imagen con soltura de cuerpo, pero un poco agarrándose de las paredes internas de la escalera ). Luego más paros. Y el oxígeno que no llegó al cerebro. Y se paró el fútbol cuando se supo de su muerte, dos días y medio más tarde, el martes 28 de agosto. Se enlutó el fútbol español por la ida de este jugador del Sevilla. ENRIQUE PUERTA. Un jugador de sólo 22 años, que ya había ganado un par de Copas UEFA, SUPERCOPA ESPAÑOLA, COPA DEL REY y peleas palmo a palmo con los gigantes del Real Madrid y el Barcelona. Y además, ya debutante en la selección española.
DOLOR, VIEJO. ¿Qué más puede causar? Es increíble cómo la muerte te llama a la búsqueda del conocimiento de ese que emprendió su viaje definitivo. Y veo goles ( bonitos por cierto ), gambetas, un penal de serie convertido en una de las finales. A pesar de jugar de 3. Pero lo que más me acongoja es que veo a un ser feliz. A un amante del fútbol. Y YO AMO A LOS AMANTES DEL FÚTBOL. Me hermano con ellos. Somos una raza. Y lo veo otra vez. Festejando como un niño. Con la cara serena de la felicidad, palabra difícil si las hay. Saludando uno por uno en la multitud. Puño y palma por palma y puño. Y la displasia, andogasmia, ventrículo, genético, arritmia y no sé que palabra más, me invade y alimenta mi tristeza.
No, no me voy a meter a ver videos del pibe. Me quedo con el recuerdo completo, lo bueno y lo feo, lo lindo y lo malo, el disfrute y el dolor, la admiración y la puteada.
Más que un jugador de fútbol, se fue un jugador de fútbol feliz. Eso me da más pena...

VALOR HISTÓRICO


No sólo la vida te da sorpresas. También te las da el fútbol. Pero...¿ el fútbol no es parte de la vida? Sí.... pero también pareciera tener vida propia. Más allá de las recurridas frases "el fútbol es mi vida" o " mi vida es el fútbol" ( a las cuales no adhiero ni en su totalidad ni en forma ferviente), este juego está sujeto a los gloriosos avatares de la IMPREVISIBILIDAD, del azar ( mh! ahora no sé si usar esta palabra, aunque queda mejor que suerte ), del constante factor transmutacional de la inconstancia de los estados de ánimo. Inconstancia lógica, neúrotica e inherente a los componentes anímicos.

Bueno, vayamos al grano ( diría un pomo de crema barrocutina, uy! perdón por el chivo, en realidad, no sé si sigue existiendo tal pomada ).

Punto de partida: San lorenzo 4- Racing 3. Punto intermedio: no sé si celebrar un partido de fútbol de semejante envergadura placentera, a saber, cantidad muy buena de goles, resultado cambiante ( aunque el péndulo de la victoria pasó de un equipo a otro respetando naturalidades ), despertar de emociones y sensaciones en la gente presente en el estadio de San Lorenzo. Repito, no sé si alegrarme por vivir pasivamente ( porque no fui a la cancha ) ese encuentro histórico o putear hasta el hartazgo la increíble caída de mi club. Porque respiro aires de neutralidad, pero mi sangre tiene colores propios. Y como todos sabemos, para uno vivir, su sangre debe estar bien oxigenada. Me quedo con las dos cosas, aunque en primer lugar va lo primero, más por necesidad actual ( épocas de vacas flacas la del fútbol argentino de hoy ) que por la otra cuestión. Punto de llegada: las verdades son relativas pero hay algunas que me hacen dudar de su relatividad. Si un equipo va ganando 3 a 0 a los treinta minutos del primer tiempo, ¿ cómo puede ocurrir que termine perdiendo 4 a 3 cuando a diez minutos del final sigue venciendo pero en ese instante por 3 a 2 ? Entonces, creo que queda poco lugar para las dudas. EL FÚTBOL ES CONTAGIO. Es capitalización de momentos que dejan mensajes que el mismo partido, en su misma dinámica, emite.

Expulsión de Campagnuolo. Cambio y sale Sava, el goleador de Racing y entra el arquero suplente, José Gullota; claro signo linguístico: ME VOY A DEFENDER. Te regalo campo y pelota, lo esencial para este juego. Actitud pseudomasoquista. No, masoquista. Porque Racing ni siquiera apuesta al contragolpe. Dos minutos del segundo tiempo y Silvera mete el 2-3. Ah! el 1-3 había sido antes de la expulsión de Campagnuolo. Ramón Díaz tira todo el asado a la parrilla. Adentro Bilos, Romeo y Rivero y salen jugadores de marca. Penal. Tira la Gata Fernández. Ataja el debutante arquero. Bueno, pensé:"por fin, un simbolismo favorable". No. Racing no agarra ni asume la sortija anímica. No la quiere. La deja pasar. Y la película no vuelve a cambiar de argumento. Otra vez centros cruzados. Otra vez goles de San Lorenzo. De Romeo. Que me alegro. ¡ Cuánto faltan los goleadores nueve en Argentina ! Yo miro a los programas, combatientes poderosos de las radios, que enfocan sólo las tribunas y plateas ( era codificado ) y me sorprendo a cada instante en el trabajo. Desde el 3-0 al 4-3. Me resigno. Me alegro. Me interrogo. Me sale el hincha al que no puedo cerrarle más el candado: " nos pasaron en el historial". Lo que queda, y no es poco, es el placer histórico. Recordar también que fue una fecha de 34 goles esta quinta del Apertura 2007. Sí, si, Apertura a final de año o mejor dicho, de la segunda parte del año. Y recordar este partido aunque duela. Pero con VALOR HISTÓRICO, algo que, como la aspirina, alivia el dolor.