En una actualidad en la que Brasil parece vivir una amnesia inconcebible, rastreando se llega a la final del mundial de Suecia 1958. Está el partido completo entre los locales y Brasil. Uno queda maravillado con la técnica y los desplazamientos de nenes como Didí (elegancia y marca), Vavá (elegancia y gol), Zagallo (un puntero izquierdo tremendo, incansable, colaborador, desbordante), Garrincha (wing derecho predecible pero incontenible. Dicen que un defensor sueco fue recriminado en el entretiempo por el entrenador porque Mané siempre le hacía la misma: amague por adentro, salida por afuera. La respuesta del defensor fue: "ya lo sé. El problema es que no sé cuándo sale para afuera") y un aniñado Pelé jugando de centrodelantero (flaquito, aparentemente frágil, 17 años de diamante que comienza a brillar, cuando encara se transforma en un principio de león). Una maravilla de fútbol. ¿Qué era más lento ese fútbol? Puede ser. A lo mejor había más espacios porque se jugaba con punteros. Y tampoco confiarse plenamente de la cinta.
No te imagines que Suecia eran once rubios grandotes que sólo cabeceaban. Muy buen equipo. Prolijo, con buen trato de balón.
Viendo esto se es un poco más feliz...
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