Nunca es fácil ganarle a Uruguay. Aunque haya dos salvedades: primero, el actual se trata de un equipo bastante más austero que otros momentos; segundo, no estuvo Luis Suárez, un delantero determinante en cualquier equipo. Con él en cancha, tal vez la historia hubiese sido distinta. Tal vez...
Argentina, por intermedio de su entrenador, ha elegido una admirable y "riesgosa" decisión: jugar. O por lo menos, intentar jugar. Asumiendo riesgos. Tomando la iniciativa. Aún sabiendo que la mayoría de los equipos (salvo Chile en este torneo, a lo mejor Colombia) se van a plantar del mediocampo para atrás para contratacar. Se vio el sábado pasado en todo el primer tiempo y un cuarto del segundo. Se vio ayer un tanto más de tiempo aunque sin tantas llegadas como contra Paraguay. En este contexto, se celebra la oportunidad brindada (y aprovechada ayer) a Javier Pastore. Un socio ideal para Messi, un jugador capaz de conducir de a ratos, aunque no sea netamente un conductor (ya sabemos que el mejor ya no juega más...), clave en la elaboración y llegadas del equipo. No hay tanta velocidad, sí hay paciencia para que el espacio aparezca y así poder llegar con claridad. Ayer, hay casi unanimidad, Pastore fue el mejor. Llama la atención que Martino lo haya sacado en los segundos tiempos. No llama la atención que cuando se fue, Argentina sufrió la embestida de los rivales. Pastore o Lamela son buenos para "tenerla".
Sin embargo, hay más de un problema en la faz ofensiva: este es un equipo que está acostumbrado a jugar de otra manera. Simple, explotando el contragolpe con la velocidad de Messi, Di María, Aguero e Higuaín. Martino quiere otra cosa pero no habría que descartar la otra forma que tanto beneficio trajo a la selección en la etapa de Sabella. O tal vez conjugarla. En ese caso, algo que al escriba le agrada, se podría hacer ingresar al Pipa (un nueve-nueve goleador y de raza) para que comparta ataque con el Kun, que parece estar muy solo arriba, amén de sus goles y de su gran nivel actual. En este caso, no estaría mal una tercera línea integrada por Pastore y Messi, abasteciendo a los delanteros. Por ende, saldría Di María, de bajo nivel.
Hay otro problema: el defensivo. Los defensores no dan garantías. Zabaleta fue el mejor ayer, pero el resto no está en su mejor versión. Falta un patrón ahí. Voz. Griterío. (¿cómo está Demichelis?) El equipo sabe defenderse con la pelota cuando ataca pero no sabe hacerlo sin ella. Los huecos quedan muy visibles. Y Mascherano es el bombero que pone el traste en la cuevera cuando el rival, con unos simples envíos al área, busca el arco de Romero.
Resumiendo, es muy saludable la idea de Martino. El gol de ayer es una muestra de lo que se quiere. La forma de jugar es esa. Pero hay que encontrar variantes sin traicionar la idea. Y son los jugadores los que deben dar los mensajes, tanto adentro como afuera del verde césped...
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