Aníbal Troilo, con la sabiduría sentenciosa de los gordos buenos, definió alguna vez la felicidad: "Era ser pibe y caminar de la mano de mi viejo..." Así, en esa edad feliz de la niñez que recorre la vida al amparo del padre, comencé a vivir mi romanticismo con el fútbol.
Mi padre era brasileño. Se llamaba César Luis, como Menotti, y amaba el buen juego.
... cuando el fútbol profesional daba sus primeros pasos en la Argentina, eran muy pocos los hinchas que iban a la cancha en auto. La mayoría viajaba en colectivo, en tranvía o en camiones.
¿Ir de sport, con pantalón y camisa de manga corta a ver fútbol? ¡Por favor...! La gran mayoría, de riguroso traje, camisa y corbata. Muchos de sombrero. Otros se cubrían con proletarias gorras.
El virus del fútbol se metió en mi sangre para siempre.
El estadio de River estaba emplazado en un barrio bacán, una de las zonas más elegantes y aristocráticas de Buenos Aires. Exactamente frente al actual edificio de ATC. El círculo central de la cancha, quedaba más o menos donde hoy está la estatua de Artigas. El brebaje más difundido en las canchas era el naranjín.
El estadio estaba lleno a reventar. Allá enfrente, coronando las populares, un gran cartel cuadrado de "Cigarrillos 43". Se cuenta que en el próximo campeonato, esa marca de tabacos ofrecerá un premio especial al goleador que alcance ese número de tantos, ni uno más ni uno menos. Lo ganará el paraguayo Arsenio Erico, el formidable delantero de Independiente, después de perderse varios goles durante el último partido de la temporada para no pasarse de la cifra estipulada. Cosas de la publicidad de aquellos días...
Las propagandas de entonces me resultan encantadoras con su pretensión de jingles modelo década del Treinta: "Palmieri hermanos...Relojes y regalos..." O ese otro, que se escuchará durante varias décadas por todas las canchas: "Si su piloto es Aguamar...Es impermeable, le puedo asegurar..."
Hay muy pocas banderas. No se canta. Se vocea el nombre del club y se aplaude rítmicamente.
...es de rigor comprar el ALUMNI. Un vendedor ofrece la revista: "EL ALUNI, EL ALUNI, CON LA CLAVE, EL ALUNI, PA´ SABER COMO VA BOCA..." La revista ALUMNI es toda una institución en 1937 y lo será en las décadas siguientes hasta que los japoneses inventen la radio a transitores...
Cuando aparecen los teams, como se dice en estos tiempos, no hay papelitos ni petardos. Tan solo aplausos y gritos. La pelota era de color marrón, más dura y pesada que las de hoy.
Bernabé Ferreyra es el único goleador del fútbol argentino con más goles convertidos que partidos jugados. Era tan temible Bernabé por su velocidad y su remate a la carrera, que sabía sacar con corto recorrido de la pierna impulsora, que para contenerlo sus adversarios lo mataban a patadas. Y era tan noble que no devolvía ninguna, no se quejaba nunca y seguía entrando a buscar goles. A lo sumo, llegó a recriminarle suavemente a un back que le dio leña en bolsa: "Viejo...¿Todas a mí? Por favor, repartí..." A otro defensor que no paraba de golpearlo y que llevaba una cadenita con una medalla colgada del cuello, le rogó: "Por lo menos, para pegar, sacate la medallita..."
Mi padre se murió joven, como se moría la gente en aquellos tiempos. Su querido River lo llenó de satisfacciones.
Una de las características más atractivas de las conquistas de Alfredo Di Stéfano era la filtración a toda máquina, el toque suave en velocidad a un rincón y, mientras la pelota iba inoxerablemente al gol, la Saeta pegaba la vuelta por detrás del arco, por la pista de atletismo que estaba más allá de los límites del campo agitando triunfalmente su puño derecho.
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