25 mayo 2011

TAXI-GOL


Estimados, acabo de publicar un pequeño y humilde libro de fútbol. En este caso se trata de unos personajes de Buenos Aires, como los taxistas. Se dicen que son fachos, que escuchan Radio 10 y que repudian a los piqueteros y/o marchas populares. Cuestiones en las que podemos estar de acuerdo en líneas generales. Pero no se puede generalizar y mucho menos, totalizar. Puedo decir que en viajes para cubrir partidos del Ascenso me topé con historias reales que llamaron mi atención. Son momentos sensibles de la vida de estos laburantes, que hablan y cuentan de por qué son de determinado club y allí comienzan a revolotear elementos psicológicos que enriquecen una determinada personalidad, más allá de que en otros temas podamos estar a años luz del acuerdo. Son cinco breves historias. Lo leés en un colectivo y tiene un prólogo de un gran amigo profesor de Historia y contratapa de otro tanto, él psicoanalista.
El libro, por ahora, se encuentra en la librería Crackup (Costa Rica 4767), en el puesto de diarios de Nazca y Santo Tomé (Villa del Parque), en el taxi de un hermano mío (si tienen la suerte de tomarlo, lo van a encontrar en el asiento trasero) y en mi poder,por lo cual a quien le interesa me escribe por esta vía o mail.
La editorial es una de las tantas llamadas independientes (No hay verguenza Ediciones) y participa activamente de la Feria del Libro Independiente. Creo que este fin de semana estarán en Parque España (Av. Caseros y Santiago del Estero, Parque Patricios).
Abrazos.

25 comentarios:

Tito dijo...

Julián , ya te dije que me gustó la última historia, que me emocionó. Y la crítica es que le falta más cantidad de relatos.

Tot Barcelona dijo...

¿ Cómo hacer que me llegue a Barcelona ? Te pongo mi emilio
miquelcartisano@hotmail.com
hablamos ¡

mujerdeole dijo...

Felicitaciones Julián.
Qué buena noticia!
Ya te dije que quiero uno, si hacen delivery me anoto. Y quiero hacerle una crítica en Mujer de Olé.
Hablemos.

Beso grande

Lalito dijo...

Cuando cobre, te compro uno así que guardamelo.

Julián dijo...

Tito: es cierto.

Miguel: difícil. Tíreme una idea.

Mujer: gracias. Por supuesto que habrá para usted y para quien quiera. Y la crítica, bienvenida.

Lali: te lo guardo.

Abrazos.

Julián dijo...

Otro lugar donde se puede conseguir el libro es en la librería De Ávila (Alsina 500), a media cuadra del Colegio Nacional Buenos Aires.
Teléfono: 4-331-8989.
Abrazos.

Tararira dijo...

Yo voy a pasar por Alsina, que golazo.
Me gustó la propuesta del libro.
Vos escribís bien, y los tacheros son grandes personajes así pienses igual ó diferente de ellos, no puede fallar.

No, gracia a vo´ dijo...

Sumemos otro envío a Madrid!!
Antes que nada, felicitaciones Julián. Debe llenarte de orgullo la gran cantidad de elogios hacia tu libro.
Guardame uno para cuando me de una vuelta por Baires!!!

Abrazo grande,

Miguel

Julián dijo...

Tararira: gracias por las palabras.Vos también le das lindo a la tecla.

No...: te guardo pero avise cuando esté por acá.

Abrazos.

Gabriel dijo...

Gracias por darme la oportunidad de escribir el prólogo y decirte que disfruté compartir con vos el Barcelona-Manchester de hoy.

Pipistrela dijo...

Hoy escuché algo de ese libro... nunca leí libros de futbol, debe ser una cuenta pendiente en mi haber!

Besos!

Pipistrela.

Julián dijo...

Gabriel: por nada y cómo lo disfrutamos!

Pipistrela: me gustaría saber dónde lo escuchó.

Salutes.

Alejandro dijo...

Encaré la lectura de “Taxi-Gol” y el resultado fue una visión que trasciende camisetas, partidos, rivalidades, amores y épocas. Y eso es algo que resalta en el libro, ya desde su introducción: la ruptura con los estereotipos. Pensar en absolutos, generalizar, homogeneizar, es tarea propia de soberbios y pedantes. Sólo esa clase de individuos piensa en blanco o negro, cree que existe una sola realidad a la que cataloga de “verdad”, y con ella clausura toda posibilidad de diálogo, de apertura y debate. Y aquí, en este simpático libro, hallé justamente lo opuesto: la claridad de quien se toma esos imprescindibles segundos de reflexión para decirse a uno mismo que no todos somos iguales. Y que está muy bien que así sea.
Puedo afirmar, con agrado y satisfacción, que el autor (y lo aseguro, ya que tengo el agrado de compartir trabajo diario, además de asados de feriado y algún que otro “picadito” amistoso) es de aquellos que siempre dejan lugar a ese espacio plural, a esa instancia de respeto al diferente. Hay en él ideas que destacan sobre el resto. Es interesante aquella que, a mi entender, atraviesa todos los textos: la de que en este país, nos guste o no, todos nos movemos al ritmo del fútbol, como si fuera un polo electromagnético del que uno no se puede alejar jamás. Creo que a eso se refiere la gente cuando habla de que en este peculiar punto del globo “se respira fútbol”.
Y lo que se respira, se lee y se disfruta en este libro es fútbol en estado puro, sin camisetas, o con todas las camisetas; con el gusto del juego por sí mismo. Porque de eso se trata: de jugar.
Esa es la esencia. El juego y nada más.
Así como dice el tachero hincha de River (por nombrar sólo uno del variopinto desfile de personajes tan entrañables o canallescos con los que el autor recorre la ciudad y el texto) “el problema es que ya no hay jugadores como los de La Máquina”. Yo creo que podríamos ir más allá, doblar la apuesta, abrir el vértice y afirmar que “ya no hay públicos como los que veían a La Máquina”. Y podríamos debatir por horas, y sin empacho, sobre cuál de ambos es causa y cuál consecuencia...
Soy un ferviente creyente de que uno nunca debe dejar de ser un niño, de tener esa ternura innata, esa dulce ingenuidad con la que empezamos a descubrir el mundo. Esa que desborda todo envase en el relato del hincha de San Lorenzo. La del niño al que le brillan los ojos en presencia de sus ídolos. El que sueña con emularlos, y por qué no, llegar a ocupar su lugar algún día en los sueños de pelota de otro niño por venir. Creo en esa visión aniñada a rajatabla, porque allí, en esa época de nuestras vidas, reside lo lúdico, el juego en estado puro.
Me queda la sensación de que había más por decir. Es que las historias son infinitas, las emociones lo son, y lo que uno lleva dentro es tan diferentemente parecido a lo que otros llevan dentro, que no alcanzan los libros para contarlo. Eso es lo que nos hermana a los amantes del fútbol. Y como tal, sentí que “Taxi-Gol” deja al lector con ganas de más historias, de más viajes, de más vivencias. Que sin dudas están ahí afuera, en la calle, en las canchas, en los taxis. Y con un poco de suerte (y otro tanto de tinta), podremos disfrutar de ellas en el futuro. Como una buena charla futbolera entre amigos.
Y volviendo a la idea inicial de este comentario, deseando haber superado una de las tantas dificultades que el escritor encuentra cuando debe hablar de sus pares, cuando debe mirarse al espejo que es el otro, creo que justamente esa idea de que nunca es bueno (ni serio) hablar de absolutos, idea tan presente en estos relatos, es un claro ejemplo de que no todos los periodistas somos unos charlatanes. Por suerte, algunos todavía preferimos primero escuchar...

LIC. ALEJANDRO LAMELA
PERIODISTA Y ESCRITOR.-

Julián dijo...

Alejandro: tu crítica merece un recuadro.
Gracias por tus palabras.

Marco dijo...

Esta entrada son de esas que con leerlas ya te despiertan unas ganas tremendas de leer el libro. Te contactaré más tarde para adquirirlo Julián, ahora estoy lleno de parciales en la universidad, y obtenerlo sería empezar a leerlo y no dedicarme a mis obligaciones. Éxitos, te espero en mi blog.

Julián dijo...

Marco: cuando quieras. Igual, y como puse en el post, es un libro que se lee en un viaje en colectivo, casi de bolsillo.
Te mando un abrazo y suerte en los parciales.

Julián dijo...

Otro lugar donde se adquiere el libro es en la Librería Aquilea (Corrientes 2008).
Salutes.

Matías Rodríguez dijo...

Julian me quede sin palabras. Realmente felicitaciones, soy como vos en cuanto a la lectura de textos literarios deportivos y esto es un noticion. Me comprometo a leerlo y a mencionarlo en mi blog, sin ninguna duda. Por otro lado, leyendo lo que escribiste, dijiste que habais estado cubriendo partidos del ascenso. Sos periodista deportivo o tenes algun trabajo en una radio o algo de eso? Solo curiosidad pero me quede impresionado, te felicito y un libro es el sueño de todos. Ojala pueda confirmarlo asi yo tambien y tener tanta aceptacion como pareces haber tenido en los comentarios jajaja que lujo. No se si te faltara un hijo y un arbol pero un libro es un gran paso, ya casi estas con el tema de las leyes naturales jajaja. Un saludo y me voy a pasar por corrientes.

Julián dijo...

Matías R.: gracias por tus palabras. Soy periodista deportivo y también tengo una hija. Es un libro de bolsillo.
El programa de radio se llama Sueños de Pelota (www.sdepelota.blogspot.com) y lo co-conduzco con una compañera, es más un hobby.
Otro lugar para adquirir el libro es en la librería Graphis (Combatientes de Malvinas 3972).
Un abrazo.

Pablo Libre dijo...

Felicitaciones, capo! Cuando ande por capital, me doy una vueltita por Crack-Up.

Julián dijo...

Gracias, Pablo.
Abrazo.

austerlitz50 dijo...

Felicitaciones!! :-)) Vamos a fisgonearlo :-))))

Julián dijo...

Auster: gracias. Pero... ¡qué quiere decir fisgonearlo?
2 nuevas direcciones para conseguir el libro, La Oferta (Rivadavia 1711) y La Cueva (Av. De Mayo 1127).
Salutes.

Pay per head bookie dijo...

jeje muy interesante este libroo Taxi-Gol, creo que también voy a tratar de comprarlo, muchas gracias por la recomendación!!

Jorge Ramiro dijo...

Che, bueno, te felicito. Los tachero tienen tantas anécdotas. Lo voy a comprar, pero no sé bien dónde lo puedo conseguir. Creo que el próximo puede ser uno más general también con historias de tacheros. Creo que si hablás un poco cada tachero te puede contar algo divertido. Las mejores son las anécdotas bizarras. Posta, tenés material para hacer eso. Y no necesitás urgar demasiado. Te subís a un tacho y hablás. El otro día me subí a uno que iba manejando con una botella de coca. En la botella había cerveza. Yo iba para un restaurante palermo y no sabía si iba a llegar vivo. Por suerte sí, llegué vivo.