
Luis Botto me cae muy bien. No usa celular y sí camisa a cuadros, de esas viejas leñadoras (supongo que hay de las nuevas también, pero ustedes me entienden...) Canoso, cerca de los 70, creo. Ojos claros, una especie de Paul Newman pero de su edad, con olor a faso y humilde como choza de asentamiento.
Lo esperé en la redacción para cubrir Tigre-Lanús. Él, con sus anteojos y su cartera masculina colgando de un hombro, me espetó: "¿No conocés la cancha de Tigre?" Meneé la cabeza. Y retruqué: "¿Vos sí?". Y se mandó sopre solo: "¿Sabés las veces que vine?". Y... estaba diciendo que era hincha del Matador... sin querer. Esa cosa que tenemos los periodistas, a veces, de no querer decir de qué cuadro sos para mantener laa bendita objetividad. ¿Mantener? ¿Cómo se va a mantener algo que no se tiene? Sí me parece que existen alguos granitos perdidos.... quién sabe. Lo de Luisito era genuino.
Lo cierto es que después del partido se me vino a la cabeza algunas de las notas de Roberto Arlt sobre crónicas deportivas en sus Aguafuertes Porteñas. De esas en las que menos se hablaba era de fútbol.
Y entonces tengo que decir que la cancha de Tigre me sorprendió. Está pegada a casas del barrio. Pero pegadas, pegadas!! De hecho, los jugadores hacen el calentamiento en una calle angostita fuera del estadio. Como que estás entrando a la cancha y a dos metros ves a los pibes en su living haciendo la tarea, a la parejita viendo una película de espaldas a la lleca o a una anciana tomando mate como si estuviera en la puerta de un hotel en vacaciones.
Ya en el estadio Luis me cuenta de la historia del mismo. Y que cada sector es diferente. Y es verdad. Cada lado tiene un tamaño diverso.
Pasa el tiempo y veo a Zubeldía gritar un gol como si estuviera en la final del mundo y casi que llega hasta la mitad de cancha. Como queriendo demostrar que es hincha granate. Lo es, pero no por ésto.
Después del gol visitante, veo que Botto se pasa la mano por la cara. No lo puede disimular. ¿Objetividad? Andá a freír mondongo!!
Ah! ganó Lanús 1 a 0.